Un día, en la clase de Música, se nos manchó la clase de
verde al escuchar la canción de “corre
corre”. Era como el virus de la gripe. Todo el mundo iba con escudo para no
mancharse de verde. Todos los alumnos de 6º A se protegieron y decían: “Verde que te quiero verde”. Mi amiga
Marta se soplaba la mano fuerte, fuerte, pero lo verde no se iba. Se le ocurrió
una cosa…
Ella les animó:
-
Lucas, Mario. ¡Venid! Vamos a limpiar nuestra
clase.
Mario contestó:
-
Me pican los ojos de limpiar tanto.
-
A mí me pican las manos cuando toco algo.
Entonces Marta les propuso:
-
Tengo una idea. Si abrimos las ventanas se
quitará el olor y el picor.
Marta, Mario y Lucas fueron al
despacho de la directora para pedirle que buscara en las páginas amarillas a un
pintor de brocha gorda.
Más tarde Marta, en el pasillo,
empezó a cantar una canción de amor que cantaba su abuela cuando era joven: “… Esos labios tan rojos y ese cuerpo tan
chulau…”. De repente las paredes de todo el colegio se volvieron rojizas
como las cerezas de mi pueblo.
Al final todos sus amigos se quedaron
pasmados y todas las semanas cambiaban de color las paredes del colegio cuando
cantaban.
Y colorín, colorado, tu cuento
tan colorido me ha gustado.
Amanda Echeverría Jiménez
28/01/2014
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